La Pascua de Montañita
redacción / written by: @francescagrig
Para el fin de semana de Pascua (llamado también feriado de “Semana Santa”) , viajamos entre amigos hacia Montañita.
Muchas personas comentan de este lugar mágico, lo describen como un lugar de libertad donde experimentas sensaciones únicas y vibras diferentes.
Partimos en vehículo privado, facilitando así la comodidad y ritmo del viaje. Todos los acompañantes envueltos en pensamientos y sentimientos diferentes, de palabras cortas, tal vez todos igual de maravillados por el hermoso clima y colorido panorama del perfil costero durante todo el trayecto.
Poco a poco nos dejamos ir, mientras la oportuna y experimentada selección musical de Pablo (anfitrión al volante), fue clave para el éxtasis de la travesía.
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La comunidad de Salango, perteneciente al cantón de Puerto López fue la primera parada para almorzar. El lugar, llamado “Delfín Mágico” brinda opciones verdes (verduras) acompañado del típico arroz, ya en sí, felicidad al variar del almuerzo habitual que estoy acostumbrada cuando comer fuera de casa es la opción.
Mientras se preparan los alimentos, salir del local a tomar fotos de la playa es también una gran oportunidad para inhalar el momento y admirar el paradisíaco alrededor.
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Arribando al destino
“…fue justo al llegar, que me sentí transportada a un mundo totalmente diferente al de la ciudad donde vivo desde hace algún tiempo”.
La reservación de hospedaje en “Punta Hills”, un hermoso hotel con una magnífica vista del mar es sin duda la elección más inteligente al momento de decidir donde acomodarse.
Los voluntarios que atienden allí son chicos y chicas jóvenes, soñadores, viajeros y sobre todo con una actitud muy acogedora, quienes comparten sus vivencias de viajes y demás sabiduría de mochilero aventurero.
Las bebidas frutales habituales como el jugo de piña están a la orden del día,
“nada como relajarse y recuperar energía en el área de piscina, disfrutando música en vivo y un atardecer que solo Ecuador puede ofrecer”.
La experiencia “Almácigo”
Para la cena, atendimos este popular lugar del que tanto escuché hablar durante el viaje, @the.almacigo, un restaurante (food-market-skatepark) en Olón. Un espacio de innovación, con opciones veganas y, sobre todo, respetuoso con el medio ambiente. Una grata sorpresa admirar el uso de sorbetes de acero en lugar de los tan contaminantes “desechables” de plástico.
El propietario del lugar, Paul Gamboa, nos deleitó con una deliciosa combinación de alimentos y bebidas propios del lugar, esto acompañado por el sonido de la música y de los skateboards que disfrutaban a pocos metros, fue sin duda un completo deleite para los sentidos. Sin lugar a dudas es un lugar mágico, entrar aquí es sumergirte en la naturaleza: hay mesas de madera, al mismo tiempo árboles y vegetación (huerto orgánico propio), la sensación del ambiente es tranquilidad, perfecta entrada antes de dejarte arrollar por la locura de noche en el pueblo de Montañita.
Caminar por la calle de los coctéles, mezclarse y confundirse por los ríos de personas que bailan y cantan como artistas es sin duda toda una experiencia. Callejeros como @locodelostachos son todo un atractivo mientras avanzas por la colorida avenida principal.
….hasta llegar a la discoteca Caña Grill donde bailar descalzos en la arena es parte del ritual.
Después del recorrido por las ruidosas cuadras del pueblo, es parte de la expedición caminar por la playa hasta llegar a “la punta”.
Apareció Gerónimo, un chico argentino atendiendo en este lugar de muy buena onda llamado “Al Carajo Beach Bar”.
Un nuevo día
El domingo desperté con los rayos de sol entrando por la cortina de la habitación, el desayuno con servicio a la habitación es muy complaciente, tanto como disfrutarlo desde la hamaca. El día comenzaba con degustación de chocolate, café Mabí y ensalada de frutas ¿qué más pedir? El día solo mejoraría.
Después de leer algunas líneas de un libro, balanceada por el “columpio de los deseos” de Puntahills, bajar a la playa para tomar un par de fotos con el “tomatodo” de Puríssima y entregar café Mabí era el plan a seguir.
Durante el día, la playa tiene otro aspecto, está rodeada por bares y restaurantes súper coloridos, y de escuelas de surf que te dan ganas de meterte en la tabla y cabalgar la primera ola.
De vuelta a “casa”
Regresando por la costa con dirección a Manta, paramos para almorzar en el restaurante D´Jinmy (frente al mar), en la comunidad Las Tunas.
“Disfrutar del océano y dejar que las olas te llenen el alma con su energía”.
Recargada de energía y sentimiento de alma satisfecha, llegamos a Manta, justo a tiempo para apreciar el atardecer desde la playa “El Murciélago”.
“Experiencias de inspiración y motivación”
Demostrar gratitud y aprecio por todo lo que nos rodea conlleva una hermosa lección de vida. Valorar los sentimientos como acompañantes de vida, hacen que cada día y cada relación sea aún más especial.
Ese viaje me dejó con ganas de volver pronto para revivir nuevas y profundas sensaciones.
Gracias amigos, y hasta pronto Montañita!
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