UN VIAJE Y UNA TAZA DE CAFÉ

Te puedes encontrar en tu casa, en la casa de una amigo, en la de tu abuela, en tu automóvil regresando de un intenso día de estudio porque te falta realizar el último examen a la Universidad.

Puedes encontrarte

en Barcelona, Malaga o Londres, arreglando a los niños a las ocho de la mañana, exasperada, para enviarlos a la escuela vestidos, con el estómago lleno y con los dientes limpios. O puedes encontrarte al otro lado del mundo, en la pobreza más absoluta, sin rostros conocidos,

pero con una gran curiosidad de descubrir y ser descubierta…

por todos esos ojos que todavía no son amigos pero sabes que podrían serlo, pronto, aunque se sientan un poco intimidados, un poco avergonzados, pero amables.

Puedes encontrarte en cualquier lugar,

pero hay olores, sabores que te acompañan en todas partes y, en cierto sentido, siempre tienen sabor a hogar.

El café, por la mañana, después del almuerzo, en las reuniones, por la tarde, o incluso después de la cena. Papá lo prepara para ti con la moka, la abuela con la máquina y la sirve en una taza vintage con flores, yo  a diez mil kilómetros de mi casa lo preparo con agua hervida y polvo soluble (prácticamente agua manchada a café).

Es un rito inviolable, sagrado, intocable. Es la parte del cotidiano que me gusta, es una mima cuando me despierto, es una conversación con un amigo, es el asa de la taza entre los dedos, son los fondos que lees con un amigo, es un pedazo de corazón que viaja contigo.

Pero hay mucho más.

Hay canciones de Ed Sheeran que rompen las barreras del espacio y del tiempo y en un segundo te transportan a una tarde a finales de enero en Londres; hay el cigarro que se fuma el abuelo durante la lección de italiano, los boxers de Tommi que siempre me llevo en la maleta; el aroma del mar que te lleva de vuelta a las vacaciones en los “Lidi” a la edad de diez años,

…hay la luna que con su inmensa belleza y grandeza, consultas en las noches más inciertas.

Y al final, estas tú, con tus certezas que pronto se convertirán en incertidumbres, las cuales te harán volar en un futuro inesperado, pero al mismo tiempo emocionante.

–

Tú, con tu lío en la cabeza que no te deja ir por un momento y que te parece al mismo tiempo ambos insoportable y reconfortante, pero no importa cuánto sea ruidoso, porque al final, es tú ruido.

–

Tú, con tus sueños, eres una araña que cada día cose una nueva pieza de su lienzo, cada vez más confundida, pero siempre más grande.

–

Estás tú, que te acompañas a todas partes y que te creas a ti mismo.

@margherita_tancini

Italiano:

Ti puoi trovare a casa tua, a casa di un amico, dalla nonna, in macchina tornando da una giornata di intensa di studio perché ti manca l’ultimo esame.

Ti puoi trovare a Barcellona, Malaga o Londra, dove prepari esasperata i bambini la mattina alle otto per mandarli a scuola vestiti, a pancia piena e con i dentini puliti.

O ti puoi trovare dall’altra parte del mondo, nella povertà più assoluta, senza visi conosciuti, ma con una grande curiosità di scoprire e di essere scoperta da tutti quegli occhi che amici ancora non sono ma che sai che potrebbero esserlo presto, perché sono un po’ intimoriti, un po’ imbarazzati, ma gentili.

Ti puoi trovare ovunque, ma ci sono degli odori, dei sapori che ti accompagnano ovunque, e che in un certo senso hanno sempre il gusto di casa.

Il caffè, la mattina, dopo pranzo, alle riunioni, di pomeriggio, o anche dopo cena. Papà te lo prepara con la moka, nonna con la macchinetta e te lo serve in una tazzina vintage a fiori, io a diecimila chilometri da casa me lo preparo con acqua bollente e polvere solubile (praticamente acqua macchiata a caffè). E’ un rito inviolabile, sacro, intoccabile. E’ la parte del quotidiano che mi piace, è una coccola appena sveglia, è una chiacchiera con un amico, è il manico della tazza tra le dita, sono i fondi che leggi con un’amica, è un pezzo di cuore che viaggia con te.

Ma c’è molto altro. Ci sono le canzoni di Ed Sheeran che rompono le barriere spaziali e temporali e che ti trasportano immediatamente ad una serata di fine gennaio a Londra, c’è la sigaretta che si fumava il nonno durante la lezione di italiano, i boxer di Tommi che mi porto sempre in valigia, il profumo del mare che ti riporta alle vacanze ai lidi all’età di dieci anni, la luna che con la sua immensa bellezza ed imponenza consulti nelle sere più incerte.

Ed in fine ci sei tu con le tue certezze che presto si trasformeranno in incertezze, le quali ti soffieranno dolcemente in un futuro imprevisto ma allo stesso tempo eccitante. Tu, con il tuo casino in testa che non ti lascia andare un istante e che trovi allo stesso tempo insopportabile e confortante, perché per quanto possa essere rumoroso è il tuo rumore. Tu, con i tuoi sogni, tu che sei un ragno che ogni giorno cuce un nuovo pezzo della sua tela, sempre più confusa, ma sempre più grande.

Ci sei tu, che ti accompagni ovunque e che crei te stesso.

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